El sábado 9 de junio Paula Tomassoni presentó en El Espacio, el libro de poemas «Así es el fuego», de Mercedes Araujo:
«Todavía no es invierno en el almanaque, pero la noche está lo suficientemente fresca para hablar de poemas que explican el frío, el invierno, como motor del fuego poderoso.
Así es el fuego es un libro que, con ritmo sostenido y armonioso, abre los límites del mundo y asocia, caprichosamente o no, sus partes irreductibles. Un libro que interroga al mundo mientras lo muestra, que hurga en sus obsesiones: el pasado, la memoria, el tiempo, el amor.
Me gustaría presentar este libro hermoso (aclaro: no beatiful, no hermoso como el adjetivo fácil, despoblado. Digo hermoso como quien dice portador de hermosura, que captura los sentidos, que fascina, que enamora) trayendo a este encuentro las preguntas que me fueron surgiendo mientras lo leía.
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Así es el fuego. Así. ¿Cómo? ¿Así cómo? ¿Cómo es el fuego, Mercedes?
Quiero encontrar la respuesta y el primer poema comienza hablando del invierno helado, momento propicio para la aparición del fuego. Del fuego interno que es jungla y multiplicación de verdes y vidas, de especies que se reproducen y se fagocitan a la vez. Los opuestos se encuentran verso a verso en este poema que hace una síntesis de lo finito, lo inmediato, lo propio. Del fuego interno y también del fuego que encendemos. Estos poemas me traen de mi memoria larga una imagen literaria de una fogata: en El hambre de Manuel Mujica Lainez se describe a las llamas destrenzándose a lo lejos. Poco más que esa imagen y un final caníbal me acuerdo del cuento. Me traen también de mi memoria corta recuerdo de mis propios fuegos. Soy fueguera: enciendo a diario mi estufa a leña, soy de costumbre campamentista y al llegar al claro soy siempre la que reúne las piedras, junta las ramas y enciende el fuego que va a darnos calor y comida, pero que también podría destruir media Patagonia si quisiera. Conozco a Gerardo, que trabaja en la cima del Cerro Saturnino en el Bolsón, cuidando los fuegos. Sube todos los días en su moto y mira, desde lo alto, su cerro y los vecinos, para que todos los fuegos no sean el fuego. Es que el paso de lo uno a lo otro es tan corto, tan engañoso. De pronto es el intento de encender, de pronto es una hoguera incontrolable.
Estrujo ramas, alzo jarillas
y alimento
un fueguito miserable
hasta sacarlo infierno.
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…cuando era un viejo stud desmantelado… ¿Qué verdad construye la memoria? ¿Qué sé de vos, cuando sé tu memoria? ¿De qué se hace la memoria, Mercedes?
Ya el comienzo del libro es inestable: la memoria. El epígrafe de Takahashi explicándonos que la zona de los recuerdos puede ser tan inasible como poderosa. Tal vez allí se aloje lo único de todo que sea verdad, o digno de serlo.
…la falta es provisión de la memoria, dice el poema y enlaza opuestos: hacer las tareas es esperar con la inmovilidad del sapo, las manos hábiles en vez de construir desgranan, lo íntimo es lo aparente y lo delicado, estalla.
La memoria asocia: las rayas del pasto con tus arruguitas en la frente; la casa de madera que fue tu infancia; la que ahora es casa, fue un stud desmantelado.
Dos líneas veo recorriendo estos poemas: el recuerdo, y la metonimia: lo mucho en lo minúsculo, lo simple y lo frondoso.
En el prólogo, Silvina López Medín habla de traslados, de peregrinaje. La memoria es un poco eso, mover de un estado de verdad a otro. De las ruinas del stud desmantelado, a la casa de rey.
no sabe cómo dejar de ir
hacia donde se golpea
pedirle que engañe a la memoria
lo que recuerda
es tan diferente
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No hay cimientos eternos. ¿Qué nos hace el tiempo? ¿Qué hacemos con el tiempo? ¿Cómo acopiás el tiempo, Mercedes?
No hay memoria entonces, sin paso del tiempo. Si la memoria es traslado, el tiempo es el pasaje de un estado de verdad a otro. En los poemas de Así es el fuego el tiempo es dos formas: el movimiento y su detención. Hay momentos que están suspendidos en su devenir. En “Una mujer y una perra”, la imagen está detenida, flotando en el aire como una foto, pero en la foto aparece también el movimiento, el que antecede al instante y el que lo sucederá.
es que el zarandeo
acompasado beneficia
la justa armonía de los lomos
y esas melenas reunidas
parecen
de un león bifronte
una negra manchada y cana
la otra bermellón
como el cielo en la pampa
¿A dónde está la detención? En el detalle, en la descripción minuciosa de las partes y sus amalgamas. El movimiento, en el zarandeo, en el correr de ambas que se funde en una imagen que parece sorprendida en su gesto.
¿y después? La pregunta aparece en el poema “En el frío de agosto”
¿y después?
el rastro
las escamas traslucidas, responde.
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¿Cuál es el ser que somos? ¿De qué se compone? ¿En qué reino conviven, Mercedes, los “yoes” del poema?
En el cuerpo. El ser se impone en los modos del cuerpo que enuncia, así como en el de la perra, los perros, la yegua, las mariposas, o alimento de pájaros. O el ser es el miedo, que es como el buitre, el halcón, el dinosaurio, el pez salinero. El reino animal compone los seres que habitan estos poemas, dándoles sus formas. Se los escucha respirar, se los siente, se los huele. La mujer es de pronto ella de pronto esos cuerpos que la acompañan.
porque sólo nosotros
-los animales sin sangre
confundimos un fresco
y claro resplandor
que la marea nos devuelve
con la respiración
de tres dragones.
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¿Por qué viajar? ¿Por qué el traslado? ¿A dónde vamos, Mercedes?
el cuerpo resiste en el viaje
sin palabra
Pero a pesar de decir eso, el cuerpo viaja montado en la palabra, transmutándose, travistiéndose, siendo el otro sin dejar de ser sí mismo. La segunda parte del libro se titula “viajar” y hace contraste con la inmediatez de la primera proponiendo el universo de lo exótico. China, la India, y un mundo que se insinúa en descripciones tangentes. Se elige mostrar el detalle, lo sin importancia, lo accesorio, y se deja ver el todo desde esa parte. Lugares y también personajes, animales, costumbres que los definen.
Viajar es como jurar
siempre es posible
hacerlo en vano
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Así es el fuego es un libro que habla de todo, pero sobre todo, del amor. ¿Cómo y a quién amamos? ¿A dónde y cuánto? ¿Qué es el amor, Mercedes?
recostarme en la espera
decir con certeza
por pulso insistente
así es el amor
cada tanto vuelve.»